Terapia visual vestibular en Málaga
El sistema vestibular proporciona equilibrio y orientación de nuestro cuerpo en el espacio. Los canales semicirculares y los otolitos del oído interno detectan la posición de la cabeza y envían la señal al cerebro. De esta forma se estabiliza la escena visual durante el movimiento ya que los movimientos oculares se modifican según la información vestibular.
Si pruebas a inclinar la cabeza a un lado, tus ojos compensan esa inclinación para mantener la escena visual quieta. Si los ojos no compensaran, todo lo que ves se inclinaría a la vez que tu cabeza, dando síntomas de mareo o desequilibrio.
Para mantener el equilibrio es necesario una correcta integración del sistema vestibular (oído), visual (ojo) y propioceptivo (conocer la posición de las partes de nuestro cuerpo en el espacio).
Los receptores vestibulares se encargan de la orientación de la cabeza (y los ojos) en el espacio, proporciona el tono postural antigravitatorio y, automáticamente, se inicia la contracción muscular para regresar el cuerpo al equilibrio si éste es perturbado.
Cuando movemos la cabeza, el oído interno manda señales para que los músculos extraoculares se muevan adecuadamente y puedan compensar ese movimiento de cabeza. Entra en acción el reflejo vestíbulo-ocular (VOR) que se encarga de la estabilidad de la fijación de mirada y el reflejo óculo-cervical (COR) que se encarga de la alineación del cuello con la mirada.
De esa manera ante un movimiento, nuestro cuerpo realiza ajustes en la postura para compensar, evitando las caídas y pudiendo mantenerse estable en distintas situaciones.
Los accidentes de tráfico y ciertas enfermedades degenerativas pueden alterar el sistema vestibular
Por eso cuando hay traumatismos craneales, lesiones en el cerebro, enfermedades degenerativas o durante el envejecimiento, se puede alterar el sistema vestibular dando lugar a síntomas.
¿Cuáles son los síntomas de que el sistema vestibular no funciona de forma óptima?
- problemas de equilibrio
- ser patoso
- problemas de coordinación
- caídas
- mareos
- vértigo y nauseas
- alteraciones en la visión con objetos estáticos que parece que se mueven
- deslumbramiento
- inestabilidad en ambientes abiertos o con objetos en constante movimiento
- miedo con los movimientos
- postura con la cabeza mirando hacia abajo para localizar el suelo o ladeada
- movimientos oscilatorios de cabeza y tendencia a sujetársela con las manos y que puede acompañarse de movimientos del cuerpo.
Los mareos se producen porque los núcleos vestibulares conectan con el nervio vago y con el sistema visual, de forma que rigen el pulso, la tensión arterial y la función gastrointestinal.
Una relación equilibrada entre el sistema visual y vestibular hace que la supervivencia sea más fácil.
Para que el niño pueda sobrevivir de forma eficiente en el ambiente, pueda explorar, manipular y aprender necesita que los receptores visuales y vestibulares hagan su función de forma eficiente.
Los receptores visuales entregan información de la visión periférica, detección del movimiento: aumenta el tono muscular para contrarrestar la perturbación en el equilibrio, alerta y advierte de la necesidad de cambiar la posición o el apoyo postural.
Ya desde el nacimiento el sistema vestibular se va entrenando junto con la visión y la propiocepción.
Debemos favorecer que el bebé reciba la estimulación vestibular y estimulación visual adecuada acorde a su grado de madurez motora.
Mecerlo, elevarlo y bajarlo, girar sobre nosotros mismos mientras sujetamos al bebé en brazos en vertical y en horizontal. Dejarle en libertad de movimiento para que puede él mismo moverse y experimentar. Y no dejar de estimularlo durante toda su infancia, en los columpios, camas elásticas, hamacas, peonzas gigantes rotatorias…
Los bebés necesitan una adecuada estimulación visual y vestibular
La terapia visual optométrica permite trabajar de forma conjunta la visión con procedimientos visuales específicos para ello y, a la vez, el sistema vestibular, incorporando el movimiento y el equilibrio durante las sesiones de terapia.
Esto se puede conseguir gracias a la incorporación de diversos materiales de motricidad como pueden ser balancines, sillas giratorias, cama elástica, islas de equilibrio, tablas de equilibrio o carriles y a la vez incorporando lentes o prismas que alteran la localización espacial.
Si el sistema vestibular está muy afectado por alguna patología, puede ser necesario hacer terapia de estimulación vestibular por un especialista. En casos de vértigo paroxístico posicional benigno, se hace una maniobra concreta que consiste en unos movimientos de cabeza determinados para colocar los otolitos dentro de los canales semicirculares, de los que no deberían haberse desplazado. Siempre realizadas por el especialista adecuado.
Una alteración en el sistema vestibular o visual afectará al equilibrio y a la postura
Si el sistema vestibular no funciona como es debido, se verá afectado el equilibrio y la postura. Los niños con problemas de integración sensorial pueden tener respuestas hiper o hipo a los estímulos vestibulares, pudiendo mostrarse exageradamente miedosos ante el movimiento (por ejemplo ese niño que pone cara de terror al balancearlo un poco más fuerte en el columpio) o, por el contrario, que la estimulación vestibular que les llega no sean suficiente y necesiten de más movimiento (ese niño que no se está quieto, salta, corre, se agita sin parar…)
En un estudio se vió que los niños hiperactivos que se estimulaban vestibularmente dando vueltas durante 30 segundos en ambas direcciones, luego eran capaces de mantener más tiempo la atención, pues es lo que hace que su cerebro se alimente y trabaje mejor. Sería conveniente permitir a estos niños levantarse unos segundos en clase para que se concentren mejor.
De la misma forma un bebé o niño con un sistema visual con problemas, puede tener dificultades al moverse o desplazarse, pudiendo parecer patoso, chocarse o adquirir posturas corporales de seguridad como puede ser ir mirando al suelo, flexionar las rodillas o abrir los brazos.
Un sistema nervioso maduro a nivel vestibular permite mantenerse totalmente en equilibrio y quieto, sin movimiento alguno.
¿Están los niños preparados al entrar al colegio para permanecer quietos y sentados?
Aquí entran en juego muchas variables, no sólo la madurez visual o vestibular, también la madurez motora del niño, la audición o la emoción que despierte lo que hace en el colegio van a influir en que el niño “aguante” en el colegio y, por tanto, en su rendimiento escolar.
El estar quieto en la silla requiere de un control postural que depende de su maduración a nivel motor durante sus 3 primeros años de vida. Es en este periodo, donde los reflejos primitivos del bebé se terminarán de integrar dando lugar a los reflejos posturales.
Sin embargo, un niño que después de los 3-4 años aún tenga reflejos primitivos activos nos da información de que su sistema nervioso es inmaduro y no le podremos exigir que a los 6 años tenga el mismo control que otro niño que si ha madurado correctamente.
Cuando hay una adecuada maduración motora, se produce un pico de máxima actividad motora alrededor de los 3-4 años, edad a la que el niño no para de moverse. Sin embargo, cuando hay interferencias, este pico motor se desplaza hasta los 6-7 años, que es justo la edad donde el niño tiene ya que pasar muchas horas sentado en el colegio. Al estar en este pico de máxima actividad motora, no podrá estar quieto, pareciendo un niño con hiperactividad.
A los niños con TDAH se les debe evaluar la visión y los reflejos primitivos.
La terapia de integración de los reflejos primitivos estimula el sistema vestibular mejorando la atención y el comportamiento de los niños con problemas para regular su actividad motora.
Por tanto, a todos los niños antes de pasar a primaria, es conveniente descartar la presencia de alteraciones visuales o reflejos primitivos.
Imagen obtenida de Siodec. Recurso de Neuro-Optometric Rehabilitation Association ™ (NORA) y Vestibular Disorders Association (VeDA).
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